En Octubre de 1895, cuando trabajaba intensamente con rayos catódicos en un tubo de descarga gaseosa de alto voltaje, en un cuarto oscuro, pudo ver un resplandor en una pantalla de plationuro de bario que casualmente estaba cerca, emitia luz fluorescente siempre que funcionaba el tubo, el cual era producido por una energía que no era visible ni conocida a la cual denominó Rayos X. Luego observó que esta energía atravesaba el cartón negro, un libro y madera. Esto obligó al científico a aislarse del mundo exterior en su laboratorio, donde comía y dormía, no permitiendo el ingreso a nadie, ni aún a sus asistentes, para poder concentrarse sin ninguna distracción a su descubrimiento.

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